Madero nunca pretendió antes del Plan de San Luis el cambio violento
del régimen de Díaz. Madero siempre abjuró y condenó los movimientos
violentos.
Francisco I. Madero no planteó inicialmente una revolución, él
prefería
un cambio político pacífico para México. En su obra “La sucesión
presidencial en 1910”, propuso la creación de un partido político y
buscó motivar a los ciudadanos para que se interesaran en la
contienda electoral de 1910. Los males de México, los ubicó en el
“absolutismo” del ejercicio del poder y, por ello, apostó por la
instauración de una democracia. “La sucesión presidencial en 1910”
defendió el antirreleccionismo como
principio básico de la organización política del país, aunque Madero
conciliadoramente con el antiguo régimen, estuvo dispuesto a negociar
con Porfirio Díaz una última reelección a cambio de que el
vicepresidente fuese elegido libremente por los ciudadanos. Las ideas de
Madero sobre el cambio político, no son para muchos estudiosos tan
radicales como podría suponerse, pues Madero se preocupó sobre todo por
la permanencia antidemocrática de Díaz en el poder y su sustitución en
el mismo por medio de elecciones libres. Su tesis no radicó en una
transformación total de las instituciones sino en el fin del dominio de
Díaz en la política nacional.
Francisco Madero |
En el Plan de San Luis, que se redactó en San Antonio, Texas una vez
que Madero se fugó de la penitenciaria de la capital potosina, es en
donde Madero convocó a todos los mexicanos a la lucha armada para el 20
de noviembre de 1910 a las seis de la tarde de ese día.
El análisis que realiza en “La sucesión presidencial en 1910”, es
propio de los teóricos de la transición. Su concepción acerca de las
características autoritarias del régimen de Díaz da cuenta de ello.
Así, Madero considera que el mal de México y de muchas naciones
latinoamericanas está en la práctica del militarismo. Según Madero, los
militares que destacan por sí mismos, al margen del pueblo y de las
instituciones liberales, le cobran a la nación sus servicios y suelen
mantenerse en el poder antidemocráticamente.
En oposición a los regímenes “absolutos” Madero menciona los regímenes
democráticos, en donde existe libertad y, poderosos partidos políticos
que hacen oposición a los actos de gobierno.
La caracterización de Madero sobre los regímenes “absolutos” y
democráticos coincide, como ya se dijo, con las notas que sobre los
mismos desarrollan las teorías políticas contemporáneas.
Para enfrentar las condiciones de poder autoritario, Madero estimaba
que era preciso que las elecciones de 1910 fuesen libres, abiertas y
justas y, que para impulsar una candidatura alternativa a la de Díaz, se requería formar un partido, el que en convención democrática se debía elegir a su candidato a la presidencia.
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