En el Plan de San Luis hay una excepción sobre la omisión de propuestas
de transformación institucional y ésta tiene que ver con los derechos
agrarios. Madero se pronuncia por establecer la justicia para los
campesinos y los pueblos indígenas. Comienza por cuestionar la ley de
terrenos baldíos del porfirato y señala que numerosos pequeños
propietarios, en su mayoría indígenas, han sido desojados de sus
terrenos, ya por acuerdos de la Secretaría de Fomento, o por fallos de
los tribunales de la república.
En el Plan de San Luis, Madero convoca a los ciudadanos de la República
a tomar las armas para poner punto final a la dictadura. El plan es
consecuencia como ya se mencionó de la aprehensión de Madero antes de
las elecciones de 1910 y a que éstas fueron total y evidentemente
fraudulentas. Los primeros puntos del plan tienen por propósito
declarar nulas las elecciones para presidente y vice-presidente de la
república, magistrados a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y
Diputados y Senadores, celebradas en los meses de junio y julio de 1910.
Además, se desconoce el gobierno del general Díaz y a todas las
autoridades que fueron electas en esas elecciones y que son
consideradas fraudulentas.
Concluye que, todo el engranaje
administrativo, judicial y legislativo obedece a una sola voluntad que
es la del dictador. Su propuesta consiste en que Díaz deje el poder
pero no elabora un diseño integral de transformación institucional. En
el punto tercero del Plan señala que para evitar, hasta donde sea
posible, los trastornos inherentes a todo movimiento revolucionario, se
declaran vigentes, a reserva de reformar oportunamente por los medios
constitucionales, aquellas que requieran reforma, todas las leyes
promulgadas por la actual administración y sus reglamentos respectivos, a
excepción de aquellas que manifiestamente se hallen en pugna con los
principios proclamados en el plan. Se anuncian, que una vez triunfante
la revolución, se conformarán comisiones de investigación para que
éstas dictaminen acerca de las responsabilidades en que hayan podido
incurrir los funcionarios de la federación, estados y municipios.
Madero eleva en el Plan de San Luis a rango constitucional el principio
de no reelección de los cargos de elección popular. Destaca igualmente
la importancia que en su lucha ha tenido el Partido Nacional
Antireeleccionista para confirmar las tesis de democracia liberal que
había sostenido en “La sucesión presidencial en 1910”.
El diseño institucional de Madero no va más allá, con la excepción
repetida en el Plan de San Luis, para exigir rendición de cuentas a los
funcionarios del porfiriato y a
sí mismo, sobre los recursos que él hubiese empleado durante la lucha
armada para que ésta fuese exitosa.
En materia agraria, el Plan contenía sus elementos más revolucionarios.
En otros asuntos, Madero prefería conciliar intereses, ya se tratara
del respeto a la legalidad producida por las instituciones del
porfiriato o, en cuanto a los compromisos contraídos por la
administración porfirsta con gobiernos y corporaciones extranjeras
antes del 20 de noviembre de 1910, sobre los que el Plan anunciaba que
se mantendrían.
El Plan de San Luis tuvo éxito. La lucha revolucionaria de Madero duró
sólo seis meses. Porfirio Díaz dejó el poder presidencial y abandonó el
país. Francisco León de la Barra fue presidente provisional durante
algunos meses, se convocaron elecciones y a consecuencia de ellas
Madero y Pino Suárez fueron elegidos respectivamente mediante el voto
popular presidente y vicepresidente de
la república